martes, 14 de junio de 2011

MOMENTOS DE CARTONPIEDRA


Saber elegir el momento de parar es protegernos del peligro, leí alguna vez en algún lugar que no recuerdo. Hace tiempo he dejado de ser un ser sin nombre y empezado a ser un hombre que camina sobre la lumbre del mundo. Porque hay rincones que escupen verdades, olas que traen a la orilla el vacío, informes de oficina con la debida nostalgia y lenguas que trasladan con su lúbrica humedad las palabras más dolorosas. Porque tú, mi querido Ahora de Cemento, sabes elegir el tiempo adecuado para respirar pausadamente y, a la vez, jadear con destreza animal, para creer en la muerte, en el vacío, en la neutra seguridad del ojo ciego, ese que tan sólo se atreve a ver y aceptar lo cierto. Pero hay también vientres confusos, lágrimas que surgen sin causa, trenes que llegan a deshora a pesar de los programas de fidelización y feligreses que rezan a un árbol. Lo que quiero decir, en definitiva, es que he dejado de escuchar la música que se escapaba por tu ventana rota desde este simulacro de nido. Recuerdo haber leído -tampoco se dónde ni en qué lugar- que aquel que permanece donde ha encontrado su verdadero hogar perdura largo tiempo y aquel que muere, pero no perece, disfruta de la verdadera longevidad.