Caía lenta el agua de la tarde,
como en aquella fuente de absenta
donde aprendimos a pecarnos.
Bañado de ozono,
-como los años-
aquel mar tan nuestro,
afinador de pianos, raudal,
ventosa de tiempo y labios.
-como los años-
aquel mar tan nuestro,
afinador de pianos, raudal,
ventosa de tiempo y labios.
Quien nunca ha visto llorar
no podrá jamás imaginarlo.
no podrá jamás imaginarlo.
El tiempo
podrá llevarse cuanto fue suyo,
los días, las preguntas, los árboles,
los vacíos, tus pies descalzos...
pero allí siempre habrá luz
mientras una sóla luciérnaga
habite en nuestros sueños.
podrá llevarse cuanto fue suyo,
los días, las preguntas, los árboles,
los vacíos, tus pies descalzos...
pero allí siempre habrá luz
mientras una sóla luciérnaga
habite en nuestros sueños.
Bernardo Bersabé
Madrid, 15 de marzo de 2012
Madrid, 15 de marzo de 2012